Pues sí, y la verdad es que me encanta decirlo cuando alguien dice lo contrario. Pero mi infantil intrusión sólo es aplicable en ciertos contextos. Contextos matemáticos más bien. Quizá la filosofía (o la vida misma) lo aplica en momentos donde no nos damos cuenta.
Os estaréis preguntando de dónde saco yo esta locura. Y es a raíz de estudiar una de las ramas del álgebra, el álgebra modular, que se basa en las clases de congruencia con números enteros. Para entenderlo mejor, las operaciones con estas clases dan la vuelta en función de un número llamado módulo.